14ª semana.

Lo bueno por ahora ha terminado: comienza los exámenes. Toca esa época del año en la que te relacionas más con tus apuntes que con cualquiera. Eso sí, siempre hay tiempo para asomar un poco la cabeza fuera de la madriguera, como por ejemplo el martes, que vino a Parma nuestra amiga Mamen para pasar un buen rato, pasarle las fotos de Dublín y despedirnos.
También hubo tiempo para celebrar un cumpleaños, el de Cristina, aunque fue breve porque teníamos que madrugar.
Pero a lo que sí que hay que echarle tiempo es a la compra y a la limpieza, cosas que estando en casa en época de exámenes, no haces.
Fuimos a uno de los supermercados más cercanos que tenemos a comprar agua, porque otra cosa no, pero cal tenemos para pintar paredes.  Aunque ya se sabe lo que pasa: vas a por una cosa y vuelves con tropecientas más.
Con esto de querer ahorrar nos decantamos por unos productos conocidos como "di prezzo basso", para gente que anda escaso de dinero, en concreto por unos yogures...


Pero, ahí donde lo veis con su euro sonriente, no tiene sabor ninguno, si acaso una leve esencia. Con deciros que cuando lo probé lo primero que pensé es que estaba resfriada. Ah, y de "prezzo basso" nada, porque cuando ya va cogiendo sabor te lo estás terminando, y te apetece otro. Con lo cual, ¿dónde está el ahorro?
Aunque hablando de comida, prefiero pasarme a algo más agradable y entrañable: las pipas de girasol. Sí, ese fruto seco tan típico en España y tan extraño fuera de ella. Cuando me vine de vuelta colé en la maleta una bolsa grande y le dí a probar a Vincenzo, mi compañero de piso. Qué gracioso fue cuando me preguntó cómo se comía y a continuación se lo llevaba a la boca como si fuera lo más extraño que hubiese visto en su vida.
Por cierto, hablando de Vincenzo, nos está sorprendiendo gratamente con su cuidado personal, para que quede más fino... Nos tenía acostumbradas a ducha por semana (es lo que tiene dejar pelos en la bañera), y de repente en ésta nos hemos encontrado con que se ha duchado dos veces y...¡seguidas!
¿Conclusión sacada por nosotras, fruto del encierro? ¡Que tiene una amante!

 Eso sí, sigue sin aprender que cuando pones una lavadora no debes dejar la ropa dentro un día entero porque luego apesta. Tiempo al tiempo, como lo de la ducha.
Pero bueno, hablemos de cosas más agradables, como la nevada que ha caido este fin de semana. Esta vez sí hay fotos testimoniales, aunque no hechas por mí, porque no tenía ganas de salir con el frío.


Pobrecita mi bici...Entre que no le inflo las ruedas y la dejo pasando frío, cualquier día de estos me deja por otr@! :(   Ya le recompensaré...






Terminamos la semana pidiendo por teléfono una pizza. La que líamos...Porque si ya de por sí en español se lía, en italiano ni os cuento! Eso sí, ni en broma estaba como aquellas que probé en Bologna.
Me pedí una carbonara, así con huevo y tal, y se presentaron con una pizza normal de bacon con un huevo en el medio, así sin más.  Lo que hay que ver...
Ya para terminar quería hacerle un guiño desde aquí a Mamen, que sé que lee este blog. Mucha suerte en tu nueva etapa. Espero que todo te vaya genial pero sobre todo que nos volvamos a ver pronto por Badajoz. Cuidate mucho y te echaremos de menos! ^^


Y colorín colorado...esta entrada se ha acabado.


13ª semana... ¡La aventura continúa!

Ya terminaron las navidades, y con ellas mi estancia en España. Fue todo como esperaba, salvo el tiempo, que no daba para todo lo que yo quería. Al menos pude disfrutar de la compañía de la gente a la que me apetecía ver.
El domingo partimos rumbo a Bologna, con los quebraderos de cabeza que supone viajar con Ryanair, concretamente el peso de las maletas. En este sentido mi gran heroína fue mi compañera Rocío, que fue capaz de ponerse encima tres camisetas, un suéter de lana, dos sujetadores, dos pantalones, dos pares de calcetines, una chaqueta, una rebeca de lana gorda, un abrigo largo y dos bufandas. Increible, ¿verdad?
En menos de 24 horas utilizamos todos los medios a través de los cuales se puede tranportar el ser humano: coche, avión, bus, tren y a pie. ¡Faltó el barco! Llegamos lo justo para meternos en la cama y decir "mañana será otro día". La nota negativa es que como tuvimos que dejar el frigorífico "pelao" antes de irnos en navidades, no teníamos nada para llevarnos a la boca. Menos mal que me di un señor banquete en el aeropuerto de Sevilla con comida que me había preparado mi madre, con lo que las reservas no andaban muy mal.
Pero, ¿sabéis qué fue lo mejor de todo? Que el dueño de la casa, en nuestra ausencia, arregló la alcachofa de la ducha y desentrapó las cañerías. ¡Qué alegría más grande! 
Aquí no acabó todo, ya que al día siguiente teníamos que preparar la maleta pequeña para emprender rumbo a Dublín durante tres días, que en anteriores entradas lo comenté. Así que de nuevo a coger otro tren en dirección a Bologna, donde nos encontramos con Mamen, una amiga que estudia allí. Camino al aeropuerto fuimos comiendo algo para saciar el hambre que arrastrábamos.
Al llegar nos dirigimos a la zona de seguridad, donde rastrean las maletas en busca de algo peligroso, y mira tú por dónde pité al pasar por el detector de metales... Nunca me había pasado el tener que levantar los brazos para que un policía me cacheara. Te sientes un poco criminal.
Por este tipo de cosas me estresa mucho viajar en avión. Es una tensión continúa: que si a lo mejor les da por pesar la maleta y te la echan para atrás, que si a lo mejor no entra en la caja metálica, que si a lo mejor llevas algo indebido...buuuf!
Después de todo el ritual aéreo, nos dirigieron al avión. Y aquí, en este punto, pasó algo sumamente absurdo. Nos hicieron montar en un bus para transportarnos al avión que estaba justo al lado. Si hubiese pagado los 4 ó 6€ del embarque prioritario podría decir que estuvo bien aprovechado, pero como no fue así, y viendo las horas que eran, ¡se lucieron!
Una vez montadas en el avión, esperamos con ilusión durante 3 horas nuestra llegada a Dublín, bastante tardía, por cierto. Mientras tanto nos entretuvimos leyendo información que habíamos sacado de internet sobre la cultura irlandesa, sitios que visitar y demás. 
A nuestra llegada, lo primero que hicimos fue pedir un taxi, ya que a esa hora los buses no estaban operativos. Al salir del aeropuerto me hizo gracia ver a los coches conduciendo por la derecha, porque daban la sensación de que iban solos. Claro, como nunca he estado en Inglaterra ni nada...
Bueno, una vez montadas en el taxi, nos dirigimos al albergue que teníamos supuestamente reservado. Digo supuestamente porque al llegar nos dijo el del hostal que teníamos hecha la reserva para el 17/12/2010, no para el 17/01/2010. Se conoce que al hacer la reserva hubo algún problema. Menos mal que había hueco de sobra y nos pudimos quedar. 
Por si a alguien le interesa viajar a Dublín y no gastarse mucho dinero, el albergue se llama "Dublin International (YHA)". Está situado a pocos minutos del centro y cuesta en torno a 13€/noche, con desayuno incluido. Lo único es que los baños y duchas son compartidos, pero la verdad que están impolutos. Además, antiguamente era una escuela católica, cuyo comedor es una iglesia, con confesionario incluido.
Al día siguiente nos pusimos en marcha para patearnos Dublín. Hacía un sol maravilloso, lo cual contribuyó a que me encantara más la ciudad, acompañado de un frío infernal.En nuestro camino nos encontramos de todo: desde maletas gigantes...




...hasta figuras con forma de ositos de peluche...




...pasando por auténticas delicias para el paladar!






Nada más asomar por sus calles me encantó, sobre todo el ambiente que se respira. Es más intercultural de lo que yo pensaba y, para ser una capital, bastante tranquila. Eso sí, lo que no me gustó fueron las bolsas de basura (transparentes, encima) apiñadas a las puertas de las casas. Salíamos a las 10 de la mañana y hasta bien entrada la noche no volvíamos. Lo malo es que casi todo los sitios que hay para comer son comida basura, pero bueno, a veces las calorías están reñidas con el precio.
Los dos primeros días nos dedicamos a conocer Dublín y todo lo que la ciudad entrañaba. Me llamó mucho la atención que los carteles estuviesen escritos en dos idiomas que ahora, días después de todo esto, he aprendido: estaban en gaélico irlandés (propio de las zonas rurales) y en inglés. He aquí una pequeña recopilación de fotos:













Lo más desconcertante de todo era algo tan simple como cruzar las calles. Con eso de que conducen al contrario, mirabas a la derecha cuando debías mirar a la izquierda, y viceversa. Pero tenía su punto.
Una de las noches salimos a conocer el ambiente nocturno de Dublín. Nos fuimos a la zona de los pubs, conocido como "Temple Bar", en honor a uno de los pubs más emblemáticos de Dublín.
Nosotras estuvimos concretamente en "The Oliver St.John Gogarty".


Había mucho ambiente dentro, acentuado por un grupo de música irlandesa que estaba tocando. La gente se movía al ritmo de la música, contagiándote. Además, había un hombre que se ponía a tocar juntando dos cucharas. Nosotras lo intentamos, pero no fuimos capaces.


 


Y...¿qué es lo que más beben los irlandeses? Ni más ni menos que...




Yo no bebí Guinness porque no me gusta la cerveza. Es una pena, ya que habría estado bien probarla, pero gastarme un pastón en una para mojarme los labios...
Pero dejando a un lado paisajes, ambientes, bebidas y demás, el plato estrella de Dublín fue el "Penneys, una tienda de ropa y complementos a precios bastante bajos. No son cosas de buena calidad, eso sí, pero merece la pena. Lo malo es que no conté con que llevaba la maleta de 10kg, así que a la vuelta tuve que ponerme un par de vestidos para contrarrestar.
El tercer día lo dedicamos a hacer una excursión por los alrededores de Dublín. En la estación de tren existen dos recorridos: el naranja (recorrido largo) y el verde (recorrido corto). Nosotras hicimos el recorrido corto, que por 8€ y pico viajas durante todo el día por zonas de interior. Como no teníamos todo el día porque anochece pronto, elegimos para ver Malahide y Howth. Empiezo con Malahide:




Lo más destacable de esta villa, situada a 16Km al norte de Dublín, es su castillo. Para acceder a él hay que pasar por un caminito entre árboles, en el que puedes encontrar ardillas trepando.




Después de un largo caminito llegamos a lo que es el castillo y sus alrededores.





Este castillo ha estado habitado la friolera de 791 años por la familia Talbot (1185-1976), hasta que la última heredera decidió venderlo al consejo del Condado de Dublín. Cuenta nada más y nada menos que con 200 hectáreas.
Había visitas guiadas para conocer todas las dependencias totalmente amuebladas y decoradas según la época. Fue bastante interesante aunque se me hizo corto para lo que costó. De todas formas es recomendable. No se podían hacer fotos, así que...
Una vez terminada la visita, volvimos a la estación de tren para dirigirnos a nuestra siguiente parada: Howth.




Es un pueblo pesquero situado a pocos kilómetros de Dublín. No tiene nada de especial, aunque se respira un aire limpio y tiene unas vistas muy bonitas. 






Además, justo al lado habían...¡focas! Nunca las había visto de cerca. Se acercaban todo lo que podían a los que alli se acercaban y asomaban la cabeza para que les dieran comida. Eran taaaaaan mooonas... *_*




Justo enfrente del faro, hay una pequeña islita llamada "el ojo de Irlanda", que alberga gran cantidad de aves.




Después de esto quisimos ir a Bray, otro pueblo pequeñito cercano, pero se nos hizo de noche, y más o menos era del mismo estilo que esto, así que volvimos a Dublín y nos fuimos a cenar.
En una de nuestras cenas en el Burguer King, presenciamos una pelea. Resulta que entraron una pareja que estaba borracha y pretendían llevarse la comida sin pagar. El caso que terminaron pegándose a puñetazo limpio con los guardias de seguridad. Menudo espectáculo...Hay que tener mucho cuidado por las noches porque se hartan de cerveza y luego pasa lo que pasa.
El último día, que ya nos teníamos que volver a Italia, lo dedicamos a ver algunas cosillas que nos faltaban y a hacer las últimas compras. No pude resistirme a una sudadera para el recuerdo. Me dio mucha pena volver, de hecho creo que no me importaría vivir allí una temporada.
Para ir al aeropuerto cogimos un autobús, de esos de dos plantas tan famosos:



Montarse en uno de estos cuesta 2,20€ EXACTOS. No trae cuenta para moverse por la ciudad. Menos mal que se puede ir andando a los sitios.
Si veis los colores del bus, y recordais los colores corporativos de Ryanair, ¡son los mismos! Con eso de que es una compañía irlandesa, pensamos que quizás sea por eso. Además, uno de los puentes tenía la forma parecida al símbolo de Ryanair. Con lo cual, no sé si es una realidad o una simple coincidencia.
Una vez llegamos al aeropuerto y después de otras tres horas de vuelo (con cambio de hora incluido porque alli es una hora menos), llegamos a Bologna. Qué bonito fue ver el atardecer a través de la ventanilla del avión...
El caso que una vez llegadas a Bologna, Mamen se quedó allí y nosotras nos dirigimos a Parma. Otra vez llegamos bien tarde a casa.
Al día siguiente nos fuimos al Lidl a hacer la compra, porque como ya os comenté antes no teníamos comida. Nos llevamos las bicis con la idea de ir un poco más ligeras de peso, lo que pasa que al estar tanto tiempo sin usarlas, las ruedas estaban bastante desinfladas.
Eso sí, lo mejor estaba por llegar cuando, después de haber pasado por la caja todo lo que había comprado y metido en el carro, me dice la cajera que, en el caso de pagar con tarjeta, sólo se puede con Bancomat. Me quedé flipadísima, porque sólo tenía para pagar con tarjeta. Así que tuve que patearme la zona, sin conocerla de nada, en busca de un banco mientras Rocío me esperaba en el supermercado. No tardé mucho en dar con uno y volver a por la compra. 
Lo más dificil de todo fue traer la compra a casa: sólo en la cesta llevaba 10kg, más la bolsa gigante del Ikea repleta de comida colgada del manillar. ¡Horrible!
El domingo fue el cumpleaños de Vincenzo, el compañero de piso, y nos quiso invitar a comer junto con unos amigos suyos. Nos hizo de primero arroz con marisco, de segundo unos guisantes con carne, y luego una especie de lasaña hecha de calabacín, jamón cocido y queso, y para rematar un trozo de tarta. Todo en pequeñas cantidades, ¿eh? A ver qué os vais a pensar... :)  ¡Cocina de maravilla!
Y ya para terminar, quería citar una frase que saqué de una película que refleja todo lo que estoy viviendo ahora: "El espíritu del hombre se alimenta de nuevas experiencias". Y ando en busca y captura de otras tantas nuevas experiencias que me quedan por vivir! :D
Ci vediamo la domenica prossima! Arrivederci! :D




P.D: dejo este video de música irlandesa para ambientar un poquito esta entrada.